Traslado de una de las obras pertenecientes al Real Monasterio de Santa María de Sijena (Huesca) en diciembre de 2017.

Hace unas semanas publicábamos un artículo sobre las razones que provocan que el cambio de ubicación de una obra de arte no resulte precisamente barato. En aquella ocasión nos centrábamos en las características del embalaje, los materiales más adecuados, las incompatibilidades entre algunos de ellos, su adecuación a diversas funciones, etc. Ahora nos gustaría hacer hincapié en otro factor que contribuye de manera muy destacada a encarecer el traslado de bienes culturales: su transporte.

Transporte

Cajas

Antes de proceder al transporte de obras de arte hay que tener en cuenta en qué tipo de caja se va a realizar, ya se trate de obras bidimensionales o tridimensionales, y en función de su tamaño. No hay que olvidar que cada obra es única e irremplazable y, por tanto, su embalaje debe ser específico. En ese sentido, la única diferencia entre las cajas para bienes bidimensionales o para bienes tridimensionales radica en el tamaño del espacio interior.

En el caso de las obras tridimensionales, es imprescindible conocer el punto de gravedad de la pieza para definir sus puntos de apoyo, así como la resistencia de las zonas exentas y el procedimiento de manipulación de la misma en el interior de la caja. Lo más común es que las cajas se abran por la tapa y por un lateral para facilitar tanto la introducción como la extracción de la obra, por lo que no es recomendable situar las partes más frágiles cerca de estas aberturas. Además hay que definir los puntos de sujeción y de apoyo intermedios, que llevarán el nombre de guillotina en el primer caso y de traviesa en el segundo, las cuales serán piezas de madera acolchadas que irán atornilladas al interior del embalaje.

Las cajas suelen ser de tres tipos:

  • Caja básica: Es la versión más extendida y estandarizada. Se realizan en madera contrachapada de okumen/calabo de entre 7 y 10 mm de espesor la tapa y el fondo, mientras que los laterales son de entre 10 y 15 mm. El perímetro se refuerza con listones de pino de Suecia para evitar deformaciones de la madera por presión. Las cuatro esquinas se encuentran reforzadas para que puedan soportar cada operación de levantamiento, inclinación, etc. El espacio interior se recubre con una capa aislante de poliestireno de 5 mm como mínimo para proteger la obra de vibraciones y variaciones de la humedad relativa. Sin embargo, la obra no reposa directamente sobre esta capa, sino que lo hace sobre cuatro esquineras de espuma de polietileno de 25 kg de densidad. Por su parte, las juntas de la tapa como las de los laterales interiores se sellan con caucho para impedir la transmisión de vapores perjudiciales para la obra. Además, el canto que hace contacto con la tapa lleva adherida una junta de neopreno para garantizar una atmósfera estable en el interior. Por último, la caja cuenta con asas de madera o metal y con pletinas y cierres de acero inoxidable, aunque también es posible dotarlas de cierres a presión o con llave según las necesidades de la pieza.
  • Caja climática: En este caso el espesor del contrachapado de okumen/calabo aumenta en 3 ó 4 mm, y se añade un recubrimiento de formica para aumentar la estanqueidad y reducir la acción de los agentes químicos. Además la espuma de poliestireno aumenta su grosor hasta los 50 mm y la junta de contacto de la tapa también se refuerza con neopreno. Dado el aumento de peso de la pieza, en este caso se recomienda el uso de asas metálicas, mejor si son retractiles.
  • Caja museo: Aquí, el grosor de la madera de los laterales aumenta hasta los 22 mm. De nuevo el exterior presenta recubrimiento de formica, así como laterales y esquinas reforzados con pino de Suecia, y tratamiento de caucho. El aumento del espesor de la madera permite reducir el de la espuma de poliestireno hasta los 20 mm. Y para evitar que la espuma se deteriore en los cantos se le aplica una capa de cinta americana.

Medios de transporte

Los factores que hay que tener en cuenta a la hora de trasladar una obra de arte son, principalmente, la longitud del recorrido que se vaya a realizar y el tiempo del que se dispone para realizar dicho transporte. Normalmente los transportes se realizan cuando se presta una obra a otra institución, lo que conlleva una gran cantidad de riesgos. Por eso existe la figura del correo, profesional del sector museístico que desarrolla las funciones de acompañamiento, custodia e incluso instalación de la obra prestada. El correo siempre tiene que contar con un informe de conservación actualizado de cada pieza, así como con el acta de préstamo de cada una de ellas.

A la hora de trasladar una obra de arte se pueden utilizar distintos medios de transporte:

 

  • Transporte terrestre: El más utilizado ya que, entre otras ventajas, permite una única operación de carga y descarga, además de que el personal que las realiza es siempre el mismo. La legislación observa que el tiempo máximo de conducción en 24 horas no puede ser superior a 9 horas, y que de manera continuada no se pueden exceder las 4 horas y media en la carretera.

Los requisitos mínimos que requiere un vehículo para el transporte de obras de arte son:

  • Tacógrafo de control de la velocidad y el tiempo de conducción.
  • Suspensión neumática para reducir las vibraciones.
  • Aislamiento isotérmico de la bodega para impedir oscilaciones en la temperatura.
  • Bodega climatizada para regular la humedad relativa y la temperatura de su interior.
  • Bodega con sistemas de anclajes y sujeción de la mercancía, compuesto por tres filas de enganches metálicos situados en las tres paredes de la bodega y separados por un metro entre sí, y un conjunto de cinchas de tela resistentes. Estas se colocarán solo en sentido horizontal y deben contar con un sistema de cierre seguro, así como con un sistema de ajuste a carrete que permita adecuar al máximo la tensión.
  • Sistema de extinción de incendios, habitualmente a base de dióxido de carbono (CO2), que reduce la cantidad de oxígeno en un espacio.
  • Sistema de seguridad antirrobo.
  • Cierre centralizado.
  • Plataforma de carga y descarga hidráulica.

La altura máxima de los camiones no puede ser superior a los cuatro metros de altura desde el suelo al techo de la bodega, y su anchura no puede superar los 2,60 metros.

Para reducir el efecto de las vibraciones de manera significativa, es importante respetar en todo momento la dirección de movimiento de la obra, es decir, la posición en la que se manipula y mueve la misma. En el caso, por ejemplo, de una obra pictórica bidimensional nunca será paralela a la de la pared en la que se encuentra expuesta.

 

  • Transporte aéreo: Al no ser un medio propio del transportista presenta la desventaja de estar sujeto a las condiciones de la compañía aérea en cuestión de personal, horarios y medios. Así, el personal que realice la carga y descarga de la obra no será el mismo que lleve las mismas tareas respecto a la bodega del avión. Por eso es muy importante que la empresa de transporte de obras de arte cuente con un agente de carga y descarga IATA (International Air Transportation Association), quienes están cualificados para moverse libremente por las instalaciones del aeropuerto y supervisar la labores de estibación, carga y descarga.

La carga en la bodega de un avión puede estar colocada de dos formas diferentes:

  • A granel: la mercancía no está organizada.
  • Estibada: la mercancía se establece ordenadamente gracias a palés y/o contenedores, los cuales cuentan con un número identificativo. Todo el perímetro cuenta con una línea de anclajes que permite estibar las cajas. Sobre los palés se coloca una malla que se sujeta a los anclajes con los mismos cierres y cinchas que los explicados en el caso del transporte terrestre. Aquí también es muy importante respetar la dirección de movimiento de la obra.

 

  • Transporte marítimo: Aunque es una opción más barata que, por ejemplo, el transporte aéreo, es la menos utilizada por su lentitud y los riesgos que presenta el transporte por mar, en relación a lograr una temperatura y una humedad relativa estables dadas las amplias dimensiones de las bodegas de los buques. Principalmente se usa para transportar obras escultóricas de gran tamaño realizadas en materiales resistentes.

 

  • Transporte ferroviario: Principalmente se utilizó en las primeras cuatro décadas del siglo XX, pero presenta una gran desventaja, y es que es más lento que el aéreo o el terrestre, además de que han tardado en introducir medios de contención de vibraciones y personal especializado en la manipulación de obras de arte.

Los museos coinciden en señalar que no hay grandes diferencias de precios entre las empresas de transporte especializadas de nuestro país. Eso sí, las empresas españolas son muy competentes pero caras en comparación con las de otros países, en gran medida porque suelen ofrecer más servicios. Además, hay otros factores que encarecen o abaratan el transporte. Así, existen obras de gran tamaño embaladas en cajas que no caben en las bodegas de las flotas habituales y deben viajar en aviones de carga especial (no acogidos en los aeropuertos convencionales), que deben trasladarse después en camión. Algunas instituciones optan por conseguir transportes “combinados”: la empresa transportista aprovecha un mismo viaje para traer obras a dos o más museos, galerías o particulares, con lo que se consigue una rebaja en el importe. También es posible repartir gastos de transporte cuando se coproduce la exposición con otro museo: uno paga la “concentración” (llevar todas las obras de los prestadores al primero de ellos) y otro la “dispersión” o devolución, compartiendo ambos el traslado de una sede a otra. Aun así, y por poner un ejemplo, para el Museo Nacional del Prado el transporte supone un 50% aproximadamente del presupuesto anual para exposiciones.

Normativa

La ley que regula todo lo referente al transporte de terrestre de mercancías por carretera, incluidos los tiempos de conducción, dentro de la comunidad Europea, es el Reglamento CEE número 3829/85, del que ya hemos comentado algunos puntos en el apartado dedicado al transporte terrestre. Respecto al transporte de mercancías dentro del territorio nacional la reglamentación no incluye ninguna restricción. Sin embargo, para traspasar fronteras es necesario cumplir con una serie de requisitos que se incluyen en la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Artístico Español (PHAE) y en el Real Decreto 111/1986. Ambas normas regulan que para mover una obra de arte a nivel nacional o internacional hacen falta una serie de permisos que son expedidos por la Administración del Estado y por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español.

Exportación: La exportación de una obra de arte puede darse de tres modos diferentes:

  • Temporal: el periodo máximo de estancia es de 5 años aunque puede renovarse en casos excepcionales hasta 10 ó 20 años.
  • Temporal con posibilidad de venta.
  • Definitiva

En los últimos dos casos el Estado puede impedir que el bien abandone el país mediante la denegación del permiso pertinente de exportación y ejerciendo su derecho de “venta irrevocable”. Todas las peticiones de exportación deben pasar por la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, el cual se reúne una vez al mes. Una vez decidido su dictamen, es el director general de Bellas Artes y Bienes Culturales quien lo resuelve.

Importación: la importación de obras de arte es más sencilla ya que la tendencia es favorecer la entrada de bienes culturales en nuestro país. Se considera válida la importación de un bien por un periodo de 10 años, pasados los cuales el titular del bien debe solicitar una prórroga o pedir su exportación.

Seguros

Cuerpos de seguridad públicos y privados custodiando las obras de Sijena (Huesca).

Cuerpos de seguridad públicos y privados custodiando las obras de Sijena (Huesca). / Foto: El País.

Los titulares de los obras de arte poseen seguros que protegen las piezas durante su exposición permanente. Sin embargo, para que también estén protegidos durante su préstamo es necesario contratar un seguro “clavo a clavo”. Se trata de un seguro específico para esta situación que cubre cualquier tipo de incidente durante el transporte y manipulación de la pieza. Los museos estatales ahorran mucho en esta partida gracias a la “garantía del Estado”, un aval que otorga el Ministerio de Cultura a sus instituciones culturales. Pero esta garantía no cubre todos los préstamos, pues ciertas colecciones, sobre todo particulares, no la aceptan y exigen que sus obras sean aseguradas por determinadas empresas con las que tienen acuerdos. Así, para el Thyssen, y a pesar de sus “garantías”, los seguros han llegado a suponer el 18,5% de su presupuesto para exposiciones.

Respecto a la seguridad de las obras, todos los museos e intituciones nacionales tienen derecho a que sus obras sean escoltadas por los cuerpos de seguridad nacional dentro de nuestras fronteras. Una vez fuera de estas, es la Interpol la que desempeña la labor de escolta. En el caso de las instituciones privadas es la seguridad privada la encargada de cumplir estas funciones.

Para profundizar en el conocimiento de estas materias, recomendamos el libro de M. Rotaeche González de Ubieta (2008) Transporte, depósito y manipulación de obras de arte. Ed Sintesis, Madrid., así como el de Z. Forniés Matíaz (2011) La climatización de los depósitos de archivos, bibliotecas y museos como métodos de conservación. Ed. Trea, Gijón.