Cumpliendo con lo previsto, el pasado 9 de abril se procedió a colocar el andamio necesario para restaurar la cara sur de la Giralda de Sevilla, la que da a la plaza del Triunfo. Estos trabajos, que tendrán una duración de seis meses y un presupuesto cercano al medio millón de euros, sufragado en su totalidad por el Cabildo Catedral, vienen a suceder a los realizados en la cara oeste de esta torre alminar, que finalizaron el pasado mes de enero siete meses después de iniciarse.

En esta segunda fase participarán en torno a cien profesionales de distintos ámbitos que, entre otras labores, limpiarán la piedra, consolidarán los elementos arquitectónicos y ornamentales dañados, y sustituirán aquellos que se hayan perdido. El campanario de la catedral seguirá siendo visitable, al igual que ocurrió durante la restauración de la cara que da al Patio de los Naranjos, por lo que estos trabajos no incidirán en el turismo más allá de afectar a una de las postales más reconocibles de la capital andaluza. Para las fases tres y cuatro, las correspondientes a las caras este y norte de la torre respectivamente, aún no hay plazo de ejecución, ya que todo parece que dependerá de los fondos económicos con los que cuente el Cabildo Catedral para entonces, cuyo origen procede principalmente de la venta de entradas al templo.

El color original de la Giralda es el rojo

 

Detalle de “Santas Justa y Rufina”, de Baltasar Esteban Murillo.

Detalle de “Santas Justa y Rufina”, de Baltasar Esteban Murillo. / Foto: sevillasecreta.co

 

Respecto a la primera fase, la de la cara oeste, son muchas las curiosidades y descubrimientos que ha deparado. El más llamativo de todos ellos es la confirmación de que la Giralda, en su origen, era de color rojo. En realidad, su tono era el color almagra, típico de edificaciones árabes como la Alhambra. Así fue como la concibieron los almohades y así se mantuvo tras su reforma renacentista, pero el paso del tiempo y una restauración no muy ortodoxa previa provocaron que desapareciera. Aun así, ya se sospechaba que el rojo podía ser el tono original, entre otro indicios, gracias a cuadros de autores como Miguel de Esquivel o Baltasar Esteban Murillo, quien representó a las santas Justa y Rufina, vinculadas a Sevilla, sosteniendo una Giralda rojiza.

Preparada ante rayos, borrascas y terremotos

Entre los años 1884 y 1885 se sucedieron varias tormentas eléctricas que obligaron al Cabildo Catedral a instalar una serie de conducciones metálicas para que las descargas se repartieran y no afectaran a la estructura de la torre. Ahora, durante la restauración de la cara oeste, los expertos han creado una red conectada con elementos de cobre desde el Giraldillo al campanario, donde además se ha instalado una nueva barrera protectora de acero galvanizado. En definitiva, es una especie de jaula que se ha unido a los elementos de cobre anteriores, lo que garantiza la protección del edificio ya que la torre alminar se ha convertido en un pararrayos perfecto.

La Giralda tampoco ha sucumbido ante las numerosas borrascas que nos han azotado en los últimos meses, y eso que varios elementos se encontraban en un estado muy delicado. Es el caso de las campanas de piedra que dan apoyo a las azucenas de la torre, que a su vez están apoyadas en unas bolas de piedra, las cuales presentaban unas grietas que les hacían balancearse aun con un viento normal y que han sido reparadas. Igualmente se ha sustituido el zuncho de hierro que se instaló tras el terrible terremoto de Lisboa (1775), situado en la zona de los arquillos del remate.

Andamios de más de mil años y técnicas del s. XII

En unas prospecciones a los mechinales –vanos en los muros donde se introducen las vigas para los andamios-, se han encontrado maderas que, gracias a la prueba del carbono 14, se han podido datar como de casi mil años de antigüedad, ya que formaron parte del andamiaje original de la torre. Por su parte, los trabajadores han utilizado técnicas propias del siglo XII. Así, por ejemplo, para subir una columna de gran peso por las rampas hasta los niveles superiores, se ha utilizado únicamente tracción humana, sin presencia de grúas.

Unos de los elementos sobre los que se actuó en la reciente restauración del hall de entrada al claustro de profesores de la Escuela Técnica Superior de Minas y Energía de Madrid fue sobre la azulejería que cubría sus muros, obra de Daniel Zuloaga. El ceramista, considerado uno de los renovadores de esta disciplina en España, fue tío del famoso pintor Ignacio Zuloaga, pero hubo otros muchos miembros de la familia quienes también se dedicaron al arte de una u otra manera.

Eusebio Zuloaga, precursor del damasquinado

La saga comienza con Eusebio Zuloaga González (1808-1898), armero español, considerado el precursor del damasquinado moderno –trabajo de artesanía que consiste en la realización de figuras y dibujos mediante la incrustación de hilos y láminas de oro y plata en acero y hierro, normalmente pavonado-. Fue el primer artista español que consiguió clientela y reputación más allá de nuestras fronteras al participar en la primera exposición internacional, celebrada en el Crystal Palace de Londres en 1851. De su primer matrimonio con su prima Antonia Zuloaga tuvo tres hijos, uno de ellos Plácido (1834-1910), su sucesor en el arte del damasquinado. Posteriormente se casó con su cuñada Agustina, de la que enviudó, y después con Ramona Boneta, especialista en galvanoplastia, es decir, en la aplicación tecnológica de la deposición de metales mediante electricidad, que se utilizaba en imprenta y algunas artes plásticas. De este matrimonio nacieron Guillermo, Daniel y Germán.

Guillermo, Daniel y Germán, los hermanos ceramistas

Los hermanos Zuloaga, Guillermo (1848-1893), Daniel (1852-1921) y Germán (1855-1886) comienzan en el mundo de la cerámica debido al interés de su padre en esta materia. Eusebio había aprendido el arte del esmalte en Sèvres, ciudad francesa famosa por su fábrica de cerámica, y tenía la intención de restaurar, a través de sus hijos, la antigua manufactura madrileña de La Moncloa, heredera a su vez de la Real Fábrica del Buen Retiro. De momento, consiguió que la Corona enviara a sus hijos a estudiar a Sèvres, donde permanecieron varios años.

En 1877 consiguen montar la fábrica de La Moncloa con ayuda de la Monarquía, que les cede unos terrenos para instalarla. Como contrapartida, los Zuloaga tenían que mantener una escuela gratuita de cerámica con doce alumnos, y entregar modelos de las piezas fabricadas a las escuelas de arte y los museos. En 1880, la empresa aún no proporcionaba los resultados esperados, por lo que al año siguiente se constituyó en Sociedad, en la que participaron personajes influyentes de la época como el conde de Morphy (secretario del rey) o José Cárdenas (ministro de Instrucción Pública), así como los hermanos Zuloaga, siendo Guillermo nombrado director. Fueron años de muchos avatares económicos para la familia, ya que Guillermo se hipotecó e incluso estuvo a punto de ir a la cárcel, hecho que se evitó porque sus hermanos le prestaron dinero.

 

Los tres hermanos Zuloaga a la derecha de la fotografía.

Los tres hermanos Zuloaga a la derecha de la fotografía en la fábrica de La Moncloa (Germán sentado delante, Guillermo de pie en el centro y Daniel de pie a la derecha). / Foto: Wikipedia.

 

Sin embargo, la década de 1880 fue muy provechosa para Daniel. Además de casarse con Emilia, a pesar de la oposición de su familia, empezó a tener muchos encargos, como los tapices que pintó en colaboración con su hermano Germán y el pintor Alfredo Perea para la cervecería escocesa de Madrid. Además participó en diversas exposiciones, como la Exposición Nacional de Minería de 1883, que debió suponer un respiro para los hermanos Zuloaga al tener el trabajo asegurado con el encargo que recibieron para hacer toda la decoración cerámica externa de las cuatro fachadas del Palacio de Velázquez, situado en El Retiro madrileño.

En 1886 se produjeron una serie de cambios trascendentales para los Zuloaga. Guillermo tuvo que dejar la fábrica a causa de los problemas económicos, y se fue a trabajar a Bilbao. Daniel montó un taller de cerámica en Vallehermoso, en Madrid, desde donde seguramente hizo la decoración del Palacio de Cristal del parque del Retiro, encargada por el arquitecto Velázquez Bosco. Sin embargo, ese mismo año falleció su hermano Daniel, lo que supuso un gran mazazo para él, ya que además del lazo de sangre, habían sido compañeros de trabajo durante toda su vida.

Los años siguientes traerían más estabilidad a los dos hermanos restantes. En 1888 Daniel estaba trabajando de nuevo en La Moncloa cuando Velázquez Bosco les hizo el encargo de la decoración de la Escuela de Minas de Madrid, con sus gigantescos murales de las fachadas este y oeste. Seguramente estas cerámicas se cocieron en La Moncloa, ya que el nuevo administrador jefe, Isidro Benito Lapeña, mantenía buenas relaciones con Daniel, que perdurarían muchos años después de cerrar la fábrica. Estas serían las últimas colaboraciones de Daniel y Guillermo antes de la muerte de este en 1893.

Para entonces, el taller de Vallehermoso se le quedaba pequeño a Daniel. Fue también en aquella época cuando, por motivo de una obra que tenía que hacer para el Ministerio de Fomento, realizó un viaje de exploración a Segovia y se quedó prendado de la ciudad. Así que formó empresa con los hermanos Vargas, que tenían allí una fábrica de loza llamada “La Segoviana” y se estableció en Segovia con su familia. Tras romper su relación comercial con los hermanos Vargas, y después de una breve estancia en Pasajes de San Juan (Guipúzcoa), regresó a Segovia, donde su obra alcanzó su mayor plenitud. Los pedidos le desbordaban y tuvo que contratar a tres de sus hijos, Juan, Esperanza y Teodora, quienes siguieron con la tradición ceramista, así como a ocho ayudantes más, así como a su hija Cándida y a su mujer, quienes se encargaban de las tareas de administración.

Ignacio Zuloaga, pintor de renombre

A finales del verano de 1898 llegó a Segovia Ignacio Zuloaga, hijo de Plácido y sobrino de Daniel, en cuya casa y taller se instala durante una temporada. Daniel ejerce una gran influencia en Ignacio, quien llegaría a ser uno de los pintores europeos más importantes de la época. Destacó por sus escenas costumbristas y retratos, dentro de un estilo naturalista de recio dibujo y colorido oscuro, influido por Ribera y Goya, en contraposición al estilo luminoso de su coetáneo Joaquín Sorolla. Vivió gran parte de su vida en París, donde estableció amistad con Toulouse-Lautrec, Degás o Gauguin, y allí se casó con Valentine Dethomas, hermana de su amigo el pintor Maxime Dethomas, quien llegó a ser una gran coleccionista de objetos y bibliófila, además de anfitriona de muchas reuniones de las generaciones del 98 y el 14. Famosos son los retratos parisinos de Zuloaga, sus paisajes de la geografía española, así como sus escenas costumbristas con personajes pintorescos de diversos rincones de nuestro país.

Fuentes: Memoria de restauración del hall de acceso al Claustro de Profesores de la Escuela de Minas y Energía de Madrid / Wikipedia.

La conservación y la restauración de arte sirven para proporcionar a las obras, ya sean cuadros, esculturas, edificios, etc., una nueva vida que garantice su permanencia en los años venideros en las mejores condiciones posibles. Pero, en ocasiones, también contribuyen al rescate o descubrimiento de nuevos objetos artísticos ocultos en aquellos en los que se está trabajando. Os ofrecemos una serie de ejemplos. ­

Un Picasso bajo un Picasso

Imagen del retrato de un hombre descubierto bajo “Mujer Planchando”, ambos de Picasso.

Imagen del retrato de un hombre descubierto bajo “Mujer Planchando”, ambos de Picasso. / Foto: El País.

Siempre ha sido común la costumbre entre los pintores, incluido Picasso, de reutilizar los lienzos para crear nuevas obras sobre otras antiguas. Así lo constató el museo Guggenheim de Nueva York cuando procedió a la restauración de “Mujer planchando”, obra que el genio malagueño probablemente realizó hacia 1904. En 1989, tras un análisis con infrarrojos, se descubrió que bajo la imagen de la señora planchando había otra: la de un hombre con bigote que aparecía boca abajo. Desde el principio los expertos afirmaron que esta segunda pintura, en realidad la primera en orden cronológico, también era obra de Picasso. Y tras un estudio posterior más profundo, propiciado por las nuevas tecnologías, el museo Guggenheim pudo confirmar este aspecto.

Una vez dilucidada la autoría, había que descubrir quién era el retratado. Primero se pensó en Benet Soler, un sastre amigo del maestro andaluz al que Picasso retrató en varias ocasiones. Sin embargo, la conservadora jefe y subdirectora de la Fundación Solomon R. Guggenheim, Carol Stringari; la principal conservadora del museo, Julie Barten; y uno de los más conocidos biógrafos de Picasso, John Richardson, llegaron a otra conclusión: tras estudiar a los sujetos que el pintor retrataba hacia 1900, coincidieron en que se trataba del escultor  Manuel Fernández de Soto, amigo de Picasso y hermano de Ángel, “dandi” de la época al que había retratado en 1903.

500 años ocultas en el Vaticano

Detalle de “Justicia”, una de las pinturas inéditas de Rafael descubiertas tras unas labores de restauración en los Museos Vaticanos.

Detalle de “Justicia”, una de las pinturas inéditas de Rafael descubiertas tras unas labores de restauración en los Museos Vaticanos. / Foto: CNN

El pasado año, durante unos trabajos de limpieza y restauración de una sala en los Museos Vaticanos, se descubrieron dos tesoros que habían permanecido ocultos nada menos que 500 años. Se trataba de dos pinturas de Rafael, maestro del Renacimiento. Los expertos creen que podrían responder a su último trabajo antes de su temprana muerte, fechada en 1520 cuando el pintor solo contaba con 37 años. Son dos figuras femeninas, una representa a la Justicia y la otra a la Amistad, que pudieron ser pintadas hacia 1519, justo antes de su fallecimiento. Después de su desaparición, otros pintores finalizaron los trabajos y las obras de Rafael fueron olvidadas.

En 1508 el Papa Julio II había encargado a Rafael la decoración de sus dependencias privadas. El de Urbino completó tres habitaciones, conocidas como “Las estancias de Rafael”, en las que se encuentran frescos tan famosos como “La escuela de Atenas”. Para la cuarta, la “Sala de Constantino”, Rafael había planeado utilizar óleo en vez de la más común técnica del fresco, tal y como recoge el libro “Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos” (1550), de Giorgio Vasari, en el que se atestigua que Rafael había empezado a trabajar en dos figuras con una técnica experimental. A esta pista se unieron los datos que aportaron las fotos realizadas con rayos ultravioletas e infrarrojos: estaban pintadas al óleo, las pinceladas eran las típicas de Rafael y no contaban con un dibujo preparatorio previo, como era costumbre en el maestro. Todo ello confirmó la autoría de ambas pinturas.

El “puzle” de Magritte

René Magritte, al igual que hemos visto con Picasso, también reutilizaba sus lienzos. En 1935 el pintor belga decidió deshacerse de su obra “La pose echantée” (“La pose encantada”) (1927), que representaba dos cuerpos femeninos desgarbados, porque la consideraba “irrelevante” a nivel estético, y cortó la tela en cuatro trozos. Desde entonces se buscaban las piezas de esta obra de la que solo se conservaba una foto en blanco y negro de 1932. Hasta que el pasado mes de noviembre se encontró la última de todas ellas, lo que supuso la culminación de un trabajo de investigación que comenzó en 2013 en Nueva York, cuando los conservadores del MoMA encontraron la primera.

En concreto, se encontraba en “Le portrait” (“El retrato”), un bodegón de 1935 que representaba una loncha de jamón y un ojo en el centro. Gracias a los rayos ultravioleta, los expertos del MoMA descubrieron en ella la parte superior izquierda de la obra perdida. La segunda pieza se encontró en el Moderna Museet de Estocolmo, en la pintura “Le modèle rouge” (“El modelo rojo”), también de 1935, que escondía el cuarto inferior izquierdo, mientras que la tercera pieza se localizó en 2016, en otra pintura de 1935, “La condition humaine” (“La condición humana”), esta vez en el Norwich Castle Museum de Reino Unido. La investigación culminó de la mano del Museo Magritte de Bruselas y la Universidad de Lieja, que tras analizar 18 de los 63 óleos que custodiaban, encontraron la cuarta pieza, la de la parte superior derecha, en la obra “Die n’est  pas un saint” (“Dios no es un santo”), realizada entre 1935 y 1936, lo que ha permitido reconstruir virtualmente la obra primigenia.

Camarín barroco de Vallecas

Pinturas murales del camarín barroco de la iglesia de San Pedro Ad Víncula de Villa de Vallecas (Madrid).

Pinturas murales del camarín barroco de la iglesia de San Pedro Ad Víncula de Villa de Vallecas (Madrid). / Foto: valledelkas.com.

El conocido barrio madrileño de Vallecas oculta muchos tesoros en sí mismo. Uno de los principales es la iglesia parroquial de San Pedro Ad Víncula, templo diseñado por Juan de Herrera –arquitecto del monasterio de San Lorenzo de El Escorial- en 1600 y cuya torre añadida fue obra de Ventura Rodríguez. Este edificio ha sido sometido recientemente a 19 años de reformas. Durante estos trabajos, y tras el estudio de los huecos de la fachada, los investigadores llegaron al convencimiento de que tras los muros situados junto al altar se ocultaba una capilla. Las catas y demoliciones permitieron encontrar restos de bóvedas y pinturas de un camarín barroco fechado a mediados del siglo XVII, así como un arco o ventana de conexión con la iglesia en estilo herreriano.

Los camarines barrocos llegaron a ser muy frecuentes en la Comunidad de Madrid. Sin embargo, este, dedicado a la Virgen del Rosario, es el único que se conserva en la actualidad y uno de los pocos de España. Sus llamativas pinturas murales se atribuyen al pintor madrileño Juan Vicente Ribera, dada la similitud a las encontradas en la capilla de las Santas Formas de Alcalá de Henares.

Cápsula del tiempo

Uno de los pliegos que se encontraron en el interior de una talla de Cristo del s.XVIII de Sotillo de la Ribera (Burgos).

Uno de los pliegos que se encontraron en el interior de una talla de Cristo del s.XVIII de Sotillo de la Ribera (Burgos). / Foto: El Mundo.

Los restauradores de una talla de un Cristo del siglo XVIII perteneciente a la iglesia de Sotillo de la Ribera (Burgos) se quedaron totalmente sorprendidos cuando en la parte trasera de la figura, en el interior de la madera hueca, encontraron una cápsula del tiempo. Se trataba de una serie de documentos firmados en 1777 por el capellán de la catedral de Burgo de Osma (Soria), Joaquín Mínguez, en el que proporcionaba información económica, religiosa, política y cultural de la época.

En concreto se trataba de dos pliegos escritos a mano por ambas caras con una cuidadosa caligrafía. En ellos, el capellán identifica al autor de la talla como Manuel Bal. Además describe lo que se cultivaba en el Obispado de Osma: “Cosechas de trigo, cebada, centeno, avena”, con especial mención al vino de “la tierra Aranda”. Relata las enfermedades más comunes, así como los entretenimientos preferidos de la población. Y, por último, detalla datos más generales del momento: “La Corte está en Madrid. Hay Correo y Gaceta para las noticias. Hay Inquisición, por lo cual no se experimentan errores contra la Iglesia de Dios. Se contratan en funciones grandes toreros famosos de Salamanca”.

No hay duda de que el pavimento hidráulico, esos suelos “vintage” formados por llamativas baldosas con formas y colores ornamentales, está de moda. Se puede ver en revistas de decoración, residencias de diseño, y en las tiendas de cerámica más a la última. Pero al contrario de lo que se pudiera pensar, este fenómeno viene de lejos. En concreto, este tipo de piezas se desarrollaron en el sur de Francia a mediados del siglo XIX, y su uso fue generalizado hasta finales de la pasada década de los cincuenta. En Madrid, uno de los mejores ejemplos de este tipo de pavimentación se encuentra en el hall de acceso al Claustro de Profesores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía, en cuya restauración Titanio Estudio ha participado recientemente con la elaboración de su proyecto de conservación y restauración, y su dirección de obra.

El suelo hidráulico de la Escuela de Minas y Energía

En concreto, la zona central de esta estancia presenta un pavimento hidráulico compuesto por baldosas de 20x20cm, con una decoración vegetal muy rica y recargada, con motivos regulares dispuestos en módulos cuadrangulares. Todo ello aparece rodeado por una cenefa, también con motivos vegetales y cintas corridas. Y para finalizar, una serie de baldosas hidráulicas de color rojo que forman el orlado o fajeado perimetral y sirven de remate hasta el zócalo.

Este llamativo pavimento es obra de la prestigiosa casa Escofet y Cia, conocida anteriormente como Escofet, Fortuny y Cia, aunque la unión con Fortuny se rompió en 1896. Esta fábrica fue pionera en nuestro país en la creación de este tipo de baldosas, muy del gusto de la burguesía catalana de la segunda mitad del siglo XIX. Precisamente poco antes de que finalizara la centuria, en 1891, la firma barcelonesa abrió una sucursal en Madrid.

 

Reverso de una de las baldosas hidráulicas de la firma Escofet, Fortuny y Cia.

Reverso de una de las baldosas hidráulicas de la firma Escofet, Fortuny y Cia.

 

Paralelamente, entre los años 1884 y 1894, se llevó a cabo la construcción del edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas y Energía de Madrid bajo las órdenes del prestigioso arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, autor de otros edificios tan representativos de la capital como el Palacio de Cristal de El Retiro o el Palacio de Fomento, actual sede del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Con seguridad Velázquez Boscó conocía al mencionado fabricante con anterioridad incluso al establecimiento de la nueva sucursal madrileña y a su exitoso paso por  la Exposición de Barcelona de 1888, donde Escofet, Fortuny y Cia. obtuvo la medalla de oro. De hecho, el pavimento hidráulico se instaló en muchos edificios de la época por toda España. En Madrid, por ejemplo, se conserva un suelo parecido en el salón Chaflán del Museo Cerralbo, obra del artista modernista Josep Pascó, quien quizá pudo ser también el autor del diseño de la Escuela de Minas y Energía, el cual se puede encontrar también en la tienda de telas de Casa Navás, en Reus (Tarragona).

Estado previo y tratamientos de restauración

 

Deterioro de algunas de las baldosas antes de su restauración.

Deterioro de algunas de las baldosas antes de su restauración.

 

Antes de su restauración, el suelo hidráulico de la Escuela de Minas y Energía presentaba un estado general bastante aceptable, aunque había ciertas alteraciones como grietas y fracturas en algunas baldosas, pérdida de adhesión al sustrato; así como desgastes y erosiones superficiales propias del uso.

Para recuperar su unidad potencial hubo que llevar a cabo diferentes tratamientos. Por un lado, se aplicó un mortero de cal hidráulica como tratamiento de adhesión o sellado en todas aquellas baldosas fracturadas, sueltas, despegadas o con movilidad. En zonas puntuales, donde las fracturas eran limpias y no presentaban pérdida de materia, se aplicó una inyección de resina termoplástica en dispersión coloidal (Acril 33), con el objetivo de garantizar la adhesión entre los fragmentos.

 

Instante en el que se retiran baldosas sueltas y se recolocan con mortero de cal.

Instante en el que se retiran baldosas sueltas y se recolocan con mortero de cal.

 

Una vez consolidadas las baldosas, se llevó a cabo una limpieza del revestimiento en dos fases; una primera de carácter químico  y una segunda basada en procedimientos mecánicos. Tras una limpieza en profundidad con una mezcla de agua y jabón neutro, se procedió con un micropulido con diferentes discos de diamante. A continuación se aplicó un hidrosellante para reducir la porosidad de las baldosas. Y por último, y en dos ocasiones, se abrillantó con cera microcristalina para conseguir el resultado más óptimo en cada una de las piezas.

Evolución histórica y técnica del suelo hidráulico

El pavimento hidráulico, que tuvo un gran desarrollo en España, tiene sus raíces en la península itálica a finales del XVIII. Pero realmente fue en Francia, en concreto en el Valle del Ródano, zona con un gran número de fábricas de cemento, y más concretamente en la ciudad de Viviers, donde la baldosa hidráulica va a adquirir la importancia de la que disfrutó hasta mediados del pasado siglo. Todo hace indicar que este tipo de suelo se introdujo en nuestro país desde Viviers a través de Cataluña, que vivía el apogeo del Modernismo. De hecho, esta clase de baldosas o rajolas, como se dice en catalán, siguen teniendo una gran aceptación allí, donde hay contabilizadas 70 de las más de 300 fábricas de pavimento hidráulico que hay en España.

El suelo hidráulico se realizaba con una novedosa técnica que abarataba los costes, y tenía la finalidad de cubrir solados imitando mármoles, piedras duras y otros materiales. Se fabricaban con mortero de cemento portland, por la capacidad que tiene este material de endurecerse con el agua a través de una reacción química denominada “hidraulicidad”. A ese mortero se le añadían los pigmentos correspondientes y se distribuía en un molde metálico según el diseño. Se establecen así tres capas en cada baldosa: la exterior (lisa y vista), la más valiosa desde el punto de vista artístico, ya que incluye los estampados y formas; la del medio (brassatge o secante); y la inferior (gros), la más porosa y a la que se le adhiere el mortero de agarre. Las piezas más comunes suelen tener un formato cuadrado, de unos 20×20 cm, con un grosor aproximado de 2,5 cm, y un peso entre un kilo y medio y dos kilos cada una.

Fuentes: Memoria de restauración del hall de acceso al Claustro de Profesores de la Escuela de Minas y Energía de Madrid / Revista ESTUCO.

Si formas parte del sector de la construcción puede que te suene el acrónimo BIM. Si no es así, debería sonarte, ya que esta metodología será obligatoria en España a partir de 2018 para nueva edificación pública. Y es de imaginar que muy pronto su aplicación será habitual en la conservación del patrimonio y de nuestras obras de arte. Por todo ello, conviene que todos sepamos un poco más de este concepto.

1. ¿Qué es el sistema BIM?

BIM son las siglas de Building Information Modeling, lo que se podría traducir de una manera muy literal como “Modelado de Información para la Edificación”. En realidad se trata de una metodología o sistema de trabajo basado en la combinación de diversas herramientas informáticas que trabajan sobre un modelo tridimensional inteligente y en tiempo real, con el fin de obtener y generar información sobre cualquier fase de la construcción de una edificación. No se trata simplemente de un software arquitectónico, es una forma de trabajo que engloba a todas las disciplinas que participan en la creación de un edificio y que abarca información de todas las fases de la misma, desde los estudios iniciales al final de su vida útil, con la finalidad de conseguir la adecuada gestión de los recursos.

Y es que el BIM afecta a la geometría, a la relación con el espacio, a la información geográfica, e incluso a las cantidades y calidades de los diversos componentes de la construcción. Este sistema puede ser utilizado para mostrar el proceso completo del edificio, su mantenimiento y hasta su demolición, ya que ha permitido un mayor y mejor reciclaje de los materiales utilizados.

2. Ventajas del BIM

Son muchas las funcionalidades que el BIM viene a desarrollar:

  • Trabajo en 3D: Desde un principio se integra el 2D en el 3D, lo que permite una mayor fiabilidad en los diseños y una visión global del proyecto. Tiene más ventajas que el CAD tradicional.
  • Modelo completo antes del inicio: Lo que permite tener una perspectiva total del proyecto antes de emprender las obras.
  • Coordinación de diversas disciplinas: Al contar todos los agentes (arquitectos, conservadores, historiadores, aparejadores, diseñadores, etc.) con la misma información disponible, se previenen errores y sobrecostes antes de comenzar el proyecto, y se mejora la calidad del mismo.
  • Optimización del tiempo: en cualquier fase, tanto del desarrollo del proyecto como a la hora de planificar su diseño.
  • Facilidad para incorporar cambios: Es decir, permite añadir cualquier modificación del proyecto de manera rápida y fiable.
  • Posibilita el desarrollo de otras “dimensiones”: Como la planificación (4D), el control de mediciones y costes (5D) y, más adelante, la gestión del edificio (6D).
  • Generación automática de toda la documentación: planos, presupuestos, informes, etc., lo que también ahorra tiempo y dinero.
  • Impacto energético: Permitirá crear edificios inteligentes cada vez más sostenibles, integrados y eficientes.

3. ¿Por qué será obligatorio a partir de 2018?

Aunque este sistema de trabajo no es preceptivo en Europa, en 2014 el Parlamento Europeo emitió una normativa en la que solicitaba a los países miembros de la Unión Europea que implementaran la metodología BIM en todas aquellas edificaciones de financiación pública. Por ello, en 2015, el Ministerio de Fomento creó una comisión BIM que estableció que el uso de esta metodología de trabajo será obligatorio para toda licitación pública. Esta hoja de ruta se desarrollará en dos fases. La primera, la de las Licitaciones Públicas de Edificación, comenzará el 17 de diciembre de 2018, y se ampliará a las Licitaciones Públicas de Infraestructuras a partir del 26 de julio de 2019.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que el uso del BIM está cada vez más extendido en el mundo. De hecho, según un informe de AENOR, más del 50% de los clientes internacionales de las constructoras exigen la aplicación de esta metodología o tienen interés en ella, especialmente las del continente asiático. Además, Tecniberia, la patronal de las empresas de ingeniería, recomienda su implantación en nuestro país para que nuestras corporaciones estén a la vanguardia de su uso y no pierdan competitividad frente a empresas extranjeras que ya lo incorporan.

4. Pero, ¿solo se puede aplicar a la construcción de obra nueva?

La respuesta es no, también se puede aplicar a la conservación del patrimonio. Es más, se puede y se debe, dadas las facilidades que este sistema permite. Por ello, Titanio Estudio ya forma parte del grupo de trabajo dedicado al Patrimonio Cultural de BuildingSMART Spanish Chapter, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a fomentar la eficacia en el sector de la construcción a través del uso de estándares abiertos de interoperabilidad gracias al BIM, para alcanzar nuevos niveles de reducción de costes y tiempos de ejecución, y para aumentar la calidad de los proyectos.

Este grupo de trabajo pretende adaptar el BIM a las características singulares que presenta el patrimonio histórico construido, completamente diferentes a las de la arquitectura contemporánea. Y es que la arquitectura histórica presenta muchas modificaciones a lo largo del tiempo que deben adecuarse a este nuevo sistema de trabajo.

Los principales objetivos de este grupo, llamado Legend-HBIM, son elaborar especificaciones técnicas y guías de uso, así como organizar cursos y seminarios para promover esta metodología y su tecnología asociada en el sector de la restauración y la conservación del patrimonio.

El famoso “crowfounding”, el sistema de microfinanciación a través de Internet, no solo sirve para impulsar proyectos empresariales o culturales. También sirve para salvar el patrimonio histórico-artístico. Y es que 6.500 internautas, liderados por una asociación de restauradores, se han unido para comprar el castillo de La Mothe-Chandeniers, un “chateau” francés situado en el centro de un lago y rodeado por un bosque que bien podría haber sido la morada de “La bella durmiente”. Su intención es restaurarlo y darle un uso “colectivo y participativo”.

Bajo el lema “¿Y si adoptamos un castillo?” se organizó una campaña para recaudar los 500.000 euros necesarios para comprar este precioso edificio situado al oeste de Francia, cerca de la localidad de Les Trois-Moutiers. Por al menos 50 euros cualquier persona podía convertirse en uno de los accionistas de la empresa que ya es dueña de la edificación. El “crowfounding” para la segunda fase del proyecto, la de la rehabilitación, estará abierto hasta finales de este mes de diciembre.

 

Escalera de caracol del castillo de La Mothe-Chandeniers.

La escalera del “chateau” rememora sus tiempos de esplendor. / Foto: Idealista.

 

Los orígenes del castillo de La Mothe-Chandeniers se remontan al siglo XIII, cuando fue construido como fortaleza de la familia Bauçay, aliados del rey. Durante la Edad Media fue conquistado en dos ocasiones por los ingleses, que lo devolvieron para que viviera su época dorada como uno de los castillos más famosos de Francia hasta que fue saqueado durante la Revolución Francesa.

 

La naturaleza se hace paso sin control desde el interior del castillo de La Mothe-Chandeniers.

La naturaleza se hace paso sin control desde el interior del edificio. / Foto: Idealista.

 

Posteriormente fue adquirido por un rico empresario de París y, más tarde, por un escudero de Napoleón III, que lo restauró inspirándose en los castillos del Loira. En 1932 pasó a ser propiedad del Barón Edgar Lejeune, quien ordenó que se instalase la calefacción central para combatir el frío del invierno. Esta decisión supuso el principio de su fin, ya que un escape en el sistema provocó un incendio que arrasó el “chateau” y todo lo que había en él: desde los incunables de su biblioteca hasta muebles centenarios, pasando por los tapices reales de sus muros.

 

Vista aérea del castillo de La Mothe-Chandeniers.

El castillo está situado en medio de un lago y rodeado por un hermoso bosque. / Foto: Idealista.

 

En 1981, un profesor de matemáticas, Marc Demeyer, lo compró con la intención de rehabilitarlo y devolverle la gloria de la que gozó. Sin embargo, pronto se encontró con un obstáculo, y es que el castillo había sido desposeído de sus terrenos adyacentes, vendidos por la banca en lotes al mejor postor. Sin manera de hacerlo productivo, Demeyer intentó por todos los medios recaudar el dinero suficiente para la restauración, pero en 2013 confesó que se rendía. Fue entonces cuando una agrupación de restauradores y conservadores emprendió una campaña a través de las redes sociales y las plataformas de “crowfounding” para restaurar este castillo de cuento de hadas y despertarle así del sueño en el que vive desde hace más de 80 años.

Con motivo de las II Jornadas de Creaciones en Papel: tipologías y conservación que se están celebrando en la sede madrileña del IPCE entre los días 22 y 24 de este mes, y en las que Titanio Estudio ha participado a través de una conferencia impartida por nuestra compañera Elsa Soria junto a la también restauradora Rosa Plaza, ambas profesoras de la Escuela Superior de Conservación de Bienes Culturales de Madrid, hemos escrito estas líneas sobre la historia y evolución de las técnicas de fabricación del papel.

El origen del papel se remonta a principios del siglo II en China, en la misma época en la que en Europa dominaba el Imperio Romano y se empleaba el papiro y el pergamino. Habría que esperar hasta finales del siglo VIII para que el secreto de la fabricación de tan preciado bien fuera conocido por el Islam, momento en el que se introdujo su fabricación en Europa a través de España e Italia.

El papel se obtenía de telas en las que las fibras vegetales ya habían sufrido un proceso de preparación previo durante el hilado, el cual implicaba la separación parcial de las fibras y la eliminación de buena parte de los elementos no celulósicos. Si las pastas procedían directamente de plantas vivas, no sólo había que separar las fibras sino que también había que eliminar distintos compuestos, lo que se hacía mediante la maceración de los vegetales (inmersión en agua hasta su putrefacción).

En Europa el papel se realizaba con la forma metálica (forma fija en la que el tamiz estaba formado por puntizones de bronce o latón paralelos y muy próximos que se apoyaban sobre corondeles, y que dejaban en el papel lo que se conoce como marca de agua), lo que permitía poder colocar las hojas en pilas, separadas por fieltros, que a veces eran prensadas para favorecer el escurrido y el compactado del papel. Una vez secas las hojas, estas quedaban demasiado porosas, por lo que se encolaban de forma manual por impregnación o sumergiéndolas en colas (gelatina, de almidón) y gomas vegetales. Seguidamente se procedía con el bruñido de las hojas con un objeto redondeado de superficie lisa. Fue durante los siglos XV, XVI y XVII cuando se generalizó y expandió la fabricación de papel en Europa central y del norte, ampliación impulsada por la invención de la imprenta de tipos móviles.

A finales del siglo XVII se dio un nuevo aumento de la demanda de papel, lo que propició el desarrollo de nuevos sistemas de fabricación, como la aparición de la pila holandesa. Su funcionamiento consistía en aplastar las fibras húmedas entre unas cuchillas en el fondo de una tina hasta alcanzar la trituración efectiva, lo que producía dos efectos: la fragmentación de las fibras y su aplastamiento, por lo que mejoraba de forma notable la capacidad de unirse entre sí (es lo que se conocería como pastas refinadas). La pila holandesa se difundió por Europa y América en el siglo XVIII y se vio completada por otros sistemas de refinado, como, por ejemplo, las refinadoras cónicas.

 

Estancia de una casa de finales del siglo XVIII con papel pintado decorando sus paredes.

Estancia de una casa de finales del siglo XVIII con papel pintado decorando sus paredes.

 

En la última década del siglo XVIII tuvo lugar la primera de una serie de innovaciones que revolucionarían la fabricación de papel: la aparición de la “forma mecánica”, es decir, una máquina capaz de producir rollos de papel continuo y no hojas sueltas. Estas máquinas se fueron desarrollando e incrementando su tamaño hasta los 20-30 metros. Como anécdota curiosa comentar que la primera máquina de forma mecánica se importó desde Francia a España en 1836 para la fábrica de Tomás Jordán, situada en Manzanares el Real, localidad madrileña donde, además de ubicarse Titanio Estudio, se pueden visitar los restos arqueológicos de la misma.

Con estos avances técnicos se consiguió incrementar la velocidad de producción del papel, pero aún era la práctica del encolado lo que suponía una asignatura pendiente en el proceso, ya que se encolaba manualmente y después había que esperar a que las hojas se secaran en enormes tendederos. La solución natural era añadir cola en la tina donde se hallaba la pulpa, pero por motivos de eficiencia no se podía ejecutar porque suponía un desperdicio del producto.

No sería hasta principios del siglo XIX cuando un relojero suizo descubrió que con la resina de coníferas se podía hacer el encolado de la pulpa en la tina. La resina no es soluble en agua, sin embargo se puede saponificar añadiendo un álcali, por ejemplo sosa cáustica. Así, se convierte en jabón de resina que sí es soluble en agua. Si se añadía a la pulpa en la tina, la resina permanecía disuelta en agua pero no funcionaba como adhesivo. Sin embargo, si se añadía alumbre la resina disuelta se precipitaba, solidificándose y adhiriéndose a las fibras vegetales. Este sistema fue patentado en 1807.

Llegaba así un avance en la formación mecánica y en el encolado interno, lo que conllevó un aumento de producción de papel, pero este crecimiento no estaba respaldado por la materia prima del papel, que es la que entonces entorpecía el proceso, ya que se seguían utilizando trapos y papeles usados para la producción de pastas. Fue 1840 cuando se produjo el descubrimiento de las pastas mecánicas de madera, al encontrar un sistema que disgregaba la madera produciendo partículas aptas para la formación de papel. Sin embargo, el problema de estas pastas es que poseen un elevado contenido en materiales no celulósicos como la lignina, lo que les convierte en pastas de baja calidad.

En las décadas siguientes a 1840 aparecieron técnicas de producción de pastas químicas basadas en someter la madera troceada a la acción de tres factores: calor, presión y pH ácido o alcalino. Fueron  estos agentes los que consiguieron mejorar la calidad de las pastas de papel, las cuales  hoy en día se siguen perfeccionando.

Bibliografía: Muñoz Viñas, Salvador: La Restauración del Papel.

En el presente artículo os vamos a relatar nuestra experiencia respecto a “Abierto por restauración”, jornadas que el Instituto de Patrimonio Cultural Español (IPCE) ha puesto en marcha hasta el próximo 26 de noviembre, y que permiten visitar, entre otros monumentos, y con motivo de su restauración, el conjunto escultórico en piedra caliza policromada formado por el retablo de Don Fadrique, el retablo de Santa Librada, la portada de Jaspe y la portada de acceso a la sacristía de Santa Librada de la catedral de Sigüenza (Guadalajara), que tuvimos el placer de disfrutar hace unos días.

El proyecto de restauración fue redactado por la conservadora-restauradora de escultura Olga Cantos Martínez y se basó en los resultados obtenidos en la intervención de estudios previos llevada a cabo en el año 2014. Por tanto, estamos ante una actuación ejemplar, ya que para poder realizar un buen proyecto de restauración es necesario conocer a fondo qué le está ocurriendo a nuestro bien cultural. En concreto los citados estudios previos estuvieron encaminados a conocer el monumento y a ensayar los tratamientos de conservación y restauración. Para obtener más información al respecto se puede consultar el siguiente artículo de la revista Pátina. Una vez que se clarificó la situación, y se obtuvieron unas conclusiones, se procedió a la redacción del proyecto de conservación y restauración. Este salió a licitación y su adjudicación se produjo en el año 2016. A día de hoy continúa la intervención según las premisas recogidas en el proyecto de restauración de Olga Cantos Martínez.

En la visita de “Abierto por restauración” nos explicaron la historia e iconografía de los retablos y portadas que conforman el conjunto escultórico, en el que llama la atención los daños que sufrió durante la Guerra Civil. La catedral fue bombardeada durante el conflicto bélico, siendo el mausoleo de don Fadrique uno de los más afectados por el impacto de los obuses, que causaron el desprendimiento de una gran parte del lateral derecho, y afectaron también al zócalo, a los dos primeros cuerpos del mausoleo y a la estabilidad estructural de las fábricas. Los proyectiles y la onda expansiva también produjeron numerosas fracturas y pérdidas volumétricas tanto en el mausoleo de don Fadrique como en el retablo de Santa Librada. Finalizada la contienda y a partir de 1941 se llevaron a cabo una serie de trabajos de restauración y reconstrucción de la catedral y del conjunto escultórico, dirigidos por los arquitectos Antonio Labrada y Leopoldo Torres Balbás. En los estudios previos del año 2014 se pudo constatar que fue el escultor Florentino Trapero quien dirigió la intervención de los retablos en 1941, al aparecer una inscripción labrada en el libro que porta la figura de Santa Margarita donde se indica el nombre del artista junto al del arquitecto A. Labrada.

Las visitas están destinadas al público general por lo que se centran más en aspectos histórico-artísticos que en aspectos de conservación y restauración. A tenor de las expresiones y los comentarios de las personas junto a las que visitamos la restauración, supone todo un acierto, puesto que todas las observaciones fueron muy positivas. Ahora bien, desde el punto de vista del profesional de conservación y restauración las explicaciones se quedan bastante cortas, y ante la imposibilidad de consultar el proyecto de conservación o los resultados de los estudios previos se generan dudas y surgen multitud de preguntas que a día de hoy no podemos contestar. De cualquier manera, y a simple vista, podemos inferir la profesionalidad de los actores involucrados en la intervención, de los criterios utilizados y de la metodología empleada, ya que, entre otras cosas, en el interior del recinto se pueden observar los planos de los retablos con los tratamientos realizados, la organización del espacio y las zonas terminadas.

La implantación de los medios necesarios para realizar la obra es ciertamente imaginativa y operativamente muy útil. La instalación de una lona serigrafiada con las ortofotos del conjunto escultórico reduce considerablemente el impacto visual de la intervención desde el interior del templo, y sirve para acompañar las explicaciones realizadas durante la visita, las cuales se ven completadas por la presencia de una pantalla donde se muestra un video, muy bien editado, que nos introduce en su estado de conservación y en los trabajos de conservación y restauración. En conjunto la implantación, la organización, la estética e incluso la escenificación nos parecen un gran acierto.

Os invitamos a que acudáis a cualquiera de las obras incluidas en “Abierto por restauración” –monasterio del Parral (Segovia), murallas del Albaicín (Granada), castillo de Sagunto (Valencia) y el citado conjunto escultórico de la catedral de Sigüenza–, ya que esta iniciativa constituye una magnífica oportunidad para conocer de primera mano los esfuerzos realizados por el IPCE para la conservación, restauración y puesta en valor de nuestro patrimonio.

Un año más la iniciativa “Abierto por restauración” del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) permite al público general conocer cómo se desarrolla la restauración de un monumento. En este caso son cuatro los que se podrán visitar hasta el próximo 26 de noviembre: El monasterio de Santa María del Parral (Segovia), las murallas del Albaicín (Granada), el castillo de Sagunto (Valencia) y los retablos de Santa Librada y don Fadrique de Portugal de la catedral de Sigüenza (Guadalajara).

El monasterio de Santa María del Parral (Segovia)

Vista del Monasterio de Santa María del Parral desde el río Eresma.

Monasterio de Santa María del Parral desde el río Eresma. / Foto: fuenterrebollo.com

 

El monasterio segoviano de Santa María del Parral fue fundado en 1447 por Juan Pacheco, marqués de Villena, y constituye uno de los grandes conjuntos artísticos de la arquitectura monástica jerónima de finales del siglo XV. Durante los siglos XVI el monasterio vivió su máximo esplendor, hasta que comenzó su declive en el XIX con las sucesivas exclaustraciones y el paulatino abandono del inmueble. En 1925 se iniciaron las distintas obras para la restauración del edificio.

El principal problema que presenta el monasterio son las filtraciones de agua ocasionadas por la arenización del mortero, lo que ha generado la rotura o caída de muchas tejas. En los casos del crucero, el transepto, la cabecera y la sacristía se observan además daños estructurales motivados por un mal diseño original. La primera intervención se centra en la recuperación de todas las cubiertas para frenar el deterioro, asegurar su estabilidad y estanqueidad y mejorar su accesibilidad de cara a futuras labores de mantenimiento y conservación.

Las murallas del Albaicín (Granada)

La Puerta de Fajalauza, en las murallas nazaríes de Granada.

La puerta de Fajalauza, en las murallas nazaríes de Granada, con pintadas en sus muros. / Foto: Wikipedia Commons.

 

Respecto a las murallas del Albaicín de Granada, las primeras obras defensivas islámicas corresponderían al siglo VIII, pero los restos conservados de este periodo son levantados por Zawii ibn Ziri y su sobrino Habus ibn Maksan entre 1012 y 1038. Posteriormente se llevaron a cabo otras fases coincidiendo con los periodos nazarí, almorávide y almohade. Las actuales actuaciones necesarias para su restauración y conservación se están ejecutando en cuatro tramos de la muralla interior zirí localizados en el sector norte y noroeste: la torres de las Tres Caras, la puerta de Hernán Román, una torre y parte del lienzo en la plaza de Cementerio de San Nicolás, y otra torre y lienzo entre la calle Horno de San Agustín y el convento de las madres Agustinas de Santo Tomás de Villanueva.

Todas estas zonas presentan entornos degradados por falta de mantenimiento, suciedad generalizada, proliferación de plantas invasoras, deterioro y disgregación de tapiales, distorsión de la apariencia original por la confluencia de nuevas construcciones, problemas de socavamiento de las bases de los muros e inestabilidad estructural, deterioro de coronaciones, problemas de humedad y restauraciones de diferentes momentos históricos. Las soluciones pasan por el tratamiento con herbicidas, la retirada de elementos ajenos a la muralla, la preconsolidación de estructuras, tratamientos de limpieza, consolidación y restauración de la estructura de los tapiales, protección de las coronaciones y creación de corredores de paso para su mantenimiento.

El castillo de Sagunto (Valencia)

Imagen general del Castillo de Sagunto, en Valencia.

Imagen general del castillo de Sagunto, en Valencia. / Foto: Rafesmar.

 

El castillo de Sagunto ocupa el cerro en el que se levantó la ciudad romana de Saguntum y aun antes la población íbera de Arse. Las murallas actualmente conservadas de este sistema defensivo se extienden un kilómetro a lo largo del cerro y enlazan ocho edificios independientes que pertenecen a épocas distintas. Las importantes modificaciones que ha sufrido el recinto a lo largo de los años han provocado que el trazado original haya quedado muy desvirtuado.

Las actuaciones de emergencia que actualmente se están llevando a cabo tienen como objetivo paliar los daños causado por las extremas inclemencias meteorológicas de finales de 2016 y comienzos de este año. Entre los elementos más singulares del castillo está la puerta de la Almenara, con riesgo de colapso por los desprendimientos sufridos. En este caso los trabajos se centrarán en garantizar la estabilidad estructural de las fábricas, arco, bóvedas, óculo y demás elementos, así como en la correcta evacuación de las aguas.

En la zona de acceso a los calabozos en el extremo sur de la plaza de Armas la intervención buscará la seguridad estructural, talándose los árboles y ejecutándose la recogida de aguas de escorrentía, su canalización y evacuación, además del drenaje del muro. Y en las plazas de la Ciudadela y del Dos de Mayo, y en la fachada sur del castillo, entre el museo Epigráfico y las baterías del oeste de la plaza de San Fernando, los trabajos en los muros afectados tendrán como finalidad asegurar la estabilidad estructural de todos los elementos.

Los retablos de Santa Librada y don Fadrique de Portugal de la catedral de Sigüenza (Guadalajara)

Detalle del seguntino retablo de Santa Librada.

Detalle del seguntino retablo de Santa Librada. / Foto: http://midosisdenergia.blogspot.com.es

 

En Sigüenza se podrá visitar los retablos en piedra de Santa Librada y Don Fadrique de Portugal, sobre cuya restauración escribimos recientemente en nuestro blog, por lo que invitamos a releer el citado artículo.

Desde 1999 el IPCE ha realizado una serie de intervenciones en este templo guadalajarense encaminadas a erradicar las causas de su deterioro, consolidando principalmente sus estructuras pétreas y garantizando su estanqueidad. La principal patología que amenazaba al edificio eran la acción del agua y las humedades que dañaban sus fábricas y comprometían las obras de arte que albergaba. A todo esto hay que añadir la introducción de técnicas y materiales inadecuados durante la Guerra Civil. El actual tratamiento de restauración de los retablos consiste en la limpieza de policromías, la eliminación de redorados de oro falso y repintes, la desalación de parámetros y la reconstrucción volumétrica y reintegración cromática.

* * *

Con el programa “Abierto por restauración” el IPCE continúa ofreciendo visitas guiadas gratuitas a bienes culturales de indudable interés sometidos a un proceso de restauración. En esta ocasión permitirá el acceso a 8.500 personas hasta el próximo 26 de noviembre. Para consultar todos los detalles de esta iniciativa e inscribirse en el programa solo hay que entrar en su página web.

Cada año desde 2010, la Biblioteca y el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación impulsan conjuntamente proyectos de conservación y restauración de sus fondos manuscritos, algunos procedentes de la Biblioteca de Manuel Godoy, el que fuera favorito y primer ministro de Carlos IV entre 1792 y 1798. Actualmente son 170 los ejemplares sobre los que se está trabajando.

Los encargados son profesionales del sector que son contratados cada año para realizar tareas de limpieza, estabilización y elaboración de cajas de conservación a medida. Precisamente los fondos sujetos a estas labores se eligieron prioritariamente en función de sus necesidades de estabilización o conservación mínimas, o entre aquellos que presentaban elementos de la encuadernación o del texto susceptibles de perderse o deteriorarse irremediablemente. Las labores se llevan a cabo siguiendo tres principios de actuación: reversibilidad, inocuidad y conveniencia. Estos son algunos de los manuscritos más importantes que se están restaurando:

Una imagen del libro “Salustrio”.

Una imagen del libro “Salustrio”. / Foto: exteriores.gob.es

  • El libro llamado “Salustrio”, que incluye la traducción de dos famosas obras de Cayo Salustio Crispo: “La conjuración de Catilinia” y “La guerra de Yugurta”. Se trata del manuscrito más antiguo de los que contiene esta biblioteca, ya que la traducción fue realizada hacia 1460 por el Arcediano de Toledo Vasco Ramírez.
Uno de los documentos de Felipe II relativos a su sucesión en Portugal.

Uno de los documentos de Felipe II relativos a su sucesión en Portugal. / Foto: exteriores.gob.es

  • Varios documentos relacionados con la sucesión de Felipe II a la corona de Portugal. Se incluyen cartas del propio rey, Henrique I, Cristóbal Moura, Antonio Pérez, Gabriel de Zayas, el duque de Osuna, el duque de Alba e incluso el Papa relativas a los derechos que alegó el propio Felipe II para acceder al trono luso. Las cartas están fechadas entre 1579 y 1580.
Proceso de restauración de las “cossas” de Sicilia y “Teatro Geográfico”.

Proceso de restauración de las “cossas” de Sicilia y “Teatro Geográfico”. / Foto: exteriores.gob.es

  • Relación de las “cossas” de Sicilia y “Teatro Geográfico, antiguo y moderno, del Reyno de Sicilia”, que contienen unas cuidadas ilustraciones en las que aparecen los principales monumentos civiles y religiosos de Palermo y Mesina, así como escenas mitológicas ligadas a la isla italiana o representaciones de actos institucionales de la corte virreinal. Está fechado el 1 de mayo de 1686 en Palermo.
Una de las primeras páginas de la recopilación “Historie de la Cittá di Firenze”.

Una de las primeras páginas de la recopilación “Historie de la Cittá di Firenze”. / Foto: exteriores.gob.es

  • “Historie de la Cittá di Firenze”, una obra sin paginar, con cartas incluidas sin ningún orden establecido y sin cubierta. Fue posteriormente ordenado y paginado por Verginia Ubaldini allá por 1698. La cubierta es de guadamecí, es decir, de cuero, normalmente de carnero, con relieves y pinturas que se utilizaba para forrar arquetas, decorar paredes y techos, así como para encuadernar.