Uno de los temas más polémicos en cuanto a la difusión del arte se refiere es el de la prohibición a los visitantes a los museos de fotografiar las obras de arte. En realidad, cada vez son menos las grandes pinacotecas mundiales que continúan con esta directriz, pero aún hay “buques insignia” como el Museo del Prado que no permiten retratar ninguna de las piezas que contiene. Según la normativa de este museo, no se puede “realizar fotografías ni filmaciones excepto en el Vestíbulo de Jerónimos y en el Claustro”. Cuando se ha consultado a sus responsables a través de redes sociales, alegan que esta medida se toma para evitar aglomeraciones que mermen la calidad de la visita, además de flashes accidentales que puedan dañar la obra. Empezaremos analizando este último aspecto.

Los flashes de xenón que incorporan muchas cámaras eliminan los pigmentos que son fotosensibles. De hecho, las luces de xenón se utilizan en las pruebas de aceleración de edad de tejidos y de otros materiales, como es el caso de los plásticos, para comprobar de forma más rápida su resistencia al paso del tiempo. ¿Qué quiere decir todo esto? Que si se hicieran muchas fotos con flash a un cuadro acabaría deteriorándose como si hubiera estado días expuesto al sol.

Sin embargo, hay expertos que son bastante escépticos ante esta afirmación. En primer lugar, porque las pruebas a partir de las cuales se llega a estas conclusiones, es decir, a la comparación de los procesos de aceleración de la edad con los disparos de un flash, se basan en condiciones forzadas, con luces ultravioleta (xenón y mercurio) –que no tienen que ver con las luces de un flash-, sin respetar los ciclos de luz natural, y manteniendo la exposición continuada del producto hasta que se produce la degradación. O lo que es lo mismo, sin tener en cuenta las condiciones habituales de exposición a las que se puede ver sometido un cuadro. Y en segundo lugar, los móviles, los dispositivos más comunes en la toma de fotografías en la actualidad, están dejando atrás el uso del xenón en sus flashes en beneficio de las luces de doble led, las más utilizadas actualmente entre las marcas más populares.

La otra justificación que alega el Museo del Prado para la prohibición de fotos es la de evitar las aglomeraciones de gente frente a las obras. Pero para los contrarios a esta medida la solución sería muy sencilla: la prohibición solo frente a las obras más conocidas, que son las únicas que provocan grandes grupos de personas ante ellas. Así lo hace ya el Museo Reina Sofía, que permite tomar imágenes en todas sus instalaciones excepto en la sala 206, donde se exhibe el “Guernica”, su mayor joya.

Derechos de autor

Por otro lado, existen razones de otra índole que motivan que los museos prohíban la realización de fotografías en su interior. La más destacada de todas es la de los derechos de autor. Muchos museos, sobre todo los dedicados al arte contemporáneo, no tienen fondos suficientes para hacerse cargo de los pagos a los artistas o a sus herederos respecto a los derechos que generan sus creaciones. Como explicó Ana Ganga, abogada de la diputación de Alicante, en unas jornadas realizadas en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante en 2016 sobre esta materia que ella misma coordinó, “el hacer una foto supone un acto de reproducción de una obra, y son facultades que pertenecen al creador y requieren su autorización”. Además, hasta que no se cumplen 80 años desde la muerte de un artista sus obras están protegidas y, por tanto, son capaces de generar ingresos a sus herederos, lo que se convierte en un serio problema para instituciones pequeñas con presupuestos comedidos. Sin embargo, esta misma razón provoca cierto recelo frente a museos como el Nacional del Prado, dado que esta gran institución, una de las que más fondos recibiría según el actual proyecto de Presupuestos Generales del Estado, cobra por la reproducción de imágenes de alta calidad de sus obras, de las que de la mayoría no tiene que pagar ningún tipo de derecho de autor dada su antigüedad.

En las mismas jornadas, Ganga señaló que “hay que conjugar los derechos de los artistas con el del museo y con el derecho de acceso a la cultura de los ciudadanos, a disfrutar del arte y estar informados”, como alegan los partidarios de levantar la prohibición de las fotografías. Mientras muchos reconocen que cuando se prohíbe la toma de fotografías llegan a disfrutar más de la visita museística, ya que no se tienen que preocupar por encuadres o luces, y pueden así concentrarse más en la obra de arte en sí misma, otros tantos opinan que las instituciones, más cuando son de titularidad pública, no pueden remar contracorriente en un mundo en el que las redes sociales se escapan de cualquier control, y en el que la tecnología permite que los ciudadanos puedan tener acceso y retener para siempre su experiencia artística. Según estos detractores de la medida coercitiva, si la inquietud de los responsables de los museos son los selfies y las aglomeraciones, hay muchas opciones para regularlo, como las ya citadas limitaciones a las fotos frente a ciertas obras, así como la prohibición de los llamados “palos selfies” o el acceso por cupos de visitantes a las principales salas. Lo único que está claro es que hay muchos argumentos en ambos bandos –derecho del visitante a realizar fotos vs derecho del visitante a realizar la visita en condiciones óptimas-, y que este tema no dejará de traer cola en el sector del arte.

Tras muchos vaivenes políticos, el Gobierno de Pedro Sánchez presentó el pasado lunes 14 de enero su proyecto para los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2019, en los que los programas vinculados a la administración, conservación, restauración y protección del Patrimonio Histórico suponen 166 millones de euros, o lo que es lo mismo, un 5% más de lo contemplado en los anteriores presupuestos. Por su parte, los programas relacionados con archivos y bibliotecas representan 79 millones de euros, de donde parte se destinará a la mejora de las colecciones bibliográficas de las bibliotecas públicas. En general, las partidas destinadas a Cultura han aumentado un 9,7%, y se sitúan en 953 millones de euros.

Los Museos y Exposiciones – donde se incluyen créditos para la actividad del Museo Nacional del Prado, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y del resto de museos de titularidad y gestión estatal- han sido unos de los grandes beneficiados en este documento, ya que cuentan con un 12,5% más de presupuesto que en 2018, con una dotación conjunta de 180 millones de euros. Entre estos, destacan los 9 millones que se destinan al Museo del Prado, de cara a afrontar su Bicentenario y para las obras previstas en el Salón de Reinos y en el Edificio Villanueva, principalmente. Por su parte, el Reina Sofía cuenta con 2 millones más que en el ejercicio anterior, y la Fundación Thyssen, encargada de la gestión del museo del mismo nombre, con un incremento de 1,4 millones.

El cine también cuenta con una importante dotación. El Fondo de Protección a la Cinematografía, institución dedicada a repartir las subvenciones, recibe 85 millones de euros, un 19,7% más que en los anteriores PGE. Por su parte, el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM) percibe prácticamente la misma cantidad que en 2018, ya que pasa de 120 a 121 millones de euros. La Real Academia de la Lengua también vería aumentadas sus aportaciones en un 2,8% hasta llegar a 1.700.000 euros, la subida más alta entre este tipo de instituciones, ya que otras como la Real Academia de la Historia o la de Bellas Artes de San Fernando apenas sufren modificaciones. Y el Instituto Cervantes también recibe un incremento del 4,3% con la intención de relanzar su presencia internacional en ciudades como Dakar (Senegal) o Washington (Estados Unidos). Cabe destacar, además, que los PGE 2019 incluyen una reducción del IVA del 21% al 4% de los libros, periódicos y revistas en formato electrónico, tal y como reclamaban las asociaciones empresariales del sector.

De cualquier manera, no hay que olvidar que todos estos datos pertenecen a un proyecto de Presupuestos Generales del Estado y no a un documento definitivo. Habrá que ver, en las próximas semanas, si es aprobado en las Cámaras y entra en vigor de cara a los meses que tenemos por delante.